A mi madre, por supuesto
Debe su azul al cielo el mar,
y la ola lleva deuda de esta brisa que ahora siento,
debe el silencio su voz a las palabras,
como la boca su curva de alegría a la sonrisa,
como el parque su algarabía al niño,
como sigo yo debiéndote esta vida a ti.
Gracias, Madre.
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