Recuerdo cuando cambió el viento,
fue una noche blanca, de esas que existen en mi ciudad.
Susurró algo olvidado,
sorprendió a tus oídos,
y tu crucigrama inconcluso se volvió recuerdo.
En un rincón,
debajo de todos las cosas viejas y ajadas, la ficha perdida del rompecabezas te hizo un guiño cómplice y fuiste completa.
Las chispas de los destellos de tu felicidad ardieron tanto que tu aguja perdida se quedo sin paja.
Un vendaval hizo sobrevivir solo pétalos de sí a tus margaritas,
y con tus ganas nuevas,
compusiste un réquiem de destierros,
una Oda al retorno,
y un himno a países nuevos.
Lo sé porque ese día yo estuve allí,
y algunos dirán que te saqué de donde no querías estar,
pero tú y yo sabemos que nos fuimos hacia dónde siempre quisiste ir.
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