Equilibrio
Necesito los desamores tanto como el amor mismo,
mi alma,
que no entiende de llanuras,
anda cachumbambeandose entre eternidades y adioses,
sube y baja de infiernos a cielos,
equilibrándose solo por instantes
entre lágrimas y risas.
Adicta al vértigo de su destino
me regala en cada vaivén
pétalos blancos que coloco entre latidos,
muerte y resurrección,
ir y venir,
frágil margarita con vocación de incertidumbres.
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